miércoles, 30 de noviembre de 2011

Geotropia caucásica

M.I. Lermontov
¿Que tendrá el Cáucaso para ejercer tal atracción geotrópica? 

Es un territorio amado y al mismo tiempo temido.
Un microcosmos excepcional, digno, como Iberia lo es, de entregarle una vida apasionada, lermontoviana.
¿Por qué Prometeo sería encadenado a una roca del Cáucaso? ¿por robarle el fuego a los dioses?.
¿Y quién, sino él, fue el modelador de los hombres? 
También el Cáucaso guarda una relación primigenia con el jardín de las Hespérides, que según los antiguos griegos estaba precisamente en Iberia. 

¿No sería producto del genio prometeíco esta masa de barro cocida que somos, insuflada con la chispa del fuego, la que llegó hasta el otro extremo del Mediterráneo, desde las cuevas de Georgia hasta las de Atapuerca? Estoy persuadido que bajo esta historia mítica subyace un sustrato real:

Siendo los íberos los primeros habitantes reconocidos de la península, producto de un oleada pre-indoeuropea. 
Siendo Iberia, la más antigua tierra en el corazón de la Transcaucasia.
Y que en su mudanza llegaran hasta los Pirineos, pero no por el N, por Europa, sino por el S, a través de Africa, pasando por Mesopotamía, el Nilo, Cabilia... 
¿Y no sería el íbero su primera lengua conformada, el antecedente oral del vascuence?
No, no construiremos una teoría nacional, a medida de los amantes de la tribu dolicocefalica, pero sí cultural.
¿No serían ellos los que trajeron el fuego y la vid?...
la voz y la palabra