I
Me asusta y me extraño
pensar que soy padre,
pedagogo insufrible de vidas
que desconozco,
un juglar patético
de mi propia educación
II
¿Qué puedo pensar ahora?...
-con las palabras lo resolvemos-
Mejor lo dejamos todo.
Para que la vida fluya,
para que hable el camino,
para que la meta sea
provisional destino.
III
También la noche
perdió su rubor,
pero yo prefiero el albor
que alumbra
cada nuevo día,
como verdad inasible,
palpitante, gozosa,
que es todavía
un agropecuario despertar.
IV
Sombras asidas
por la cabeza y los pies.
Libres sombras
que sólo andar saben,
fervientes y fugitivas…
Sombras nacidas
del borroso paisaje,
como pensamiento tibio
de la mañana salvaje.
Sombras cosidas
en la noche del alma.
Sin aliento
de verdad corpórea,
se pierde la figura desnuda
definitiva:
en el polvo de la noche
y en la luz de tus días.
IV
Mi muerte no me sobrevive,
no quiero la vida después,
Librado del Tiempo:
donde ya no recuerdo,
cuando ya no siento.
V
De la voluntad, el tiempo.
Lo único
a lo que aferrarme puedo,
esa inefable disciplina
que es la mentira