El caballero mutilado vuelve.
Sigue de mala hostia pero la concurrencia en la sala está de buen rollo.
Hoy no hay motivo para epatar y apuntamos su turno escrupulosamente: inyección-cura, cura-inyección y así. Hay que esperar pero nadie apremia.
La cosa se va animando y estamos contando chistes sin darnos cuenta.
La cosa se va animando y estamos contando chistes sin darnos cuenta.
!Así da gusto estar esperando! ... ¡y hasta los dolores amenguan!
Pero el tío parece no inmutarse, prefiere estar consigo mismo y con su espundio en la narizota, que parece un rinokeronte.
No se gusta nada. Está agrio, ausente. Podría aprovechar para dejar a un lado su unikórniko pesar pero no, se obstina en estar mal.
Y ya sabemos que una persona amargada amarga, amarga a toda costa y si puede amargaría al mundo entero.
No sabemos si escucha los chistes que se van sucediendo, que si de gangosos, de doctores, de gitanos y, finalmente, el turno de los picoletos.
-Ay! -me digo- ¡La jodimos!! De repente, se le encienden los ojos y el cuerno se le pone como antena para embestir.
Este es el chiste que contó el Chini, ya se le habían olvidado los dolores que hace 10 minutos le habían traído a LSD por hacer el salto la cabra.
(a ver si medimos mejor chini, que otro día vas a venir sin muelas)
Un rapaz pasa todos los días por delante del cuartelillo para ir a la escuela. Se para ante los oficiales que están de guardia y les espeta con mucho descaro y aplomo:
-Mi padre comunista, mi madre comunista y yo, comunista chiquitín!!!
Levanta el puño y a continuación el granuja sale corriendo orgulloso de su fechoría.
Y así un día tras otro hasta que llega a oídos del comandante el hazmerreír que ya es de todo el pueblo. No puede consentir semejante afrenta a la benemérita. Les dice a los números que van a hacer la guardia al día siguiente:
-Esto ya no puede continuar así. Mañana, cuando venga el chiquillo, le pilláis y me lo subís para arriba, que vamos a darle la lección que no le dan en su casa.
Y así fue. El niño se presenta como todos los días con su cantinela.
-Mi padre comunista, mi madre comunista y yo, comunista chiquitín.
Y cuando se dispone a levantar el puño ¡zas! le echan el guante y lo cogen en volandas. Haciendo muecas y pateando se lo llevan hasta el despacho del comandante que ya lo estaba esperando.
-Vamos a ver, rapacín ¿qué es lo que te enseñan en tu casa? -tirándole de una oreja hacia el cielo. Vas a escucharme bien, pareces un chico listo ¿a ver si sabes esto?
-Si tu padre es un chulo cabrón y tu madre una grandísima puta ¿tú rufián, qué cojones serás?
Entonces el niño se queda pensativo un instante y por fin le responde:
-Pues...está claro: ¡Guardia Civil!!