Tu fruta madura llora como la parra del huerto.
Tus ojos bruñidos como la perra Canela me miran.
Y yo, mucho lamento no poder plantar el pimiento.
Por un tiempo, un desvencijado momento...
El ojo de Buda en la puerta de La Garganta.
Con clave.
La perrina a veces me entra en el huerto. Y la riño mucho, cada vez entra menos.