Claudio Naranjo |
Claudio Naranjo: No voy a hablar de lo mal que está el
mundo porque es una obviedad. El mal lo llevamos dentro, está en un
cambio profundo en la educación. A veces digo que me siento como una
hormiga en una inundación. No paran las hormigas, no hacen caso de si la
situación invita al optimismo o al pesimismo. Hay que actuar, hay que
hacer lo que se puede y mientras se puede; así me he sentido durante
años…
Exaltamos la competitividad y desatendemos el desarrollo humano
Los responsables políticos al hablar de
educación mencionan la disciplina, los conocimientos académicos, la
excelencia, la competencia o la autoridad del profesor, “pero nadie
habla de desarrollo humano, de ayudar a las personas a que sean lo que
pueden ser, de ayudarles a crecer.
No creo que la educación vaya bien
encaminada. El fin de la educación es conseguir que las personas
lleguemos a ser lo que somos, pero la concepción educativa y el hacer de
la educación se empeñan en perpetuar una manera de ser. A esto se le
llama socialización, y cuando la educación asumió que este era su
objetivo se alejó de su sentido más noble y puro: ser lo que somos y
hemos venido a ser.
El mal raíz de la sociedad es la
estructura patriarcal, que no es el dominio de los hombres sobre las
mujeres, lo cual puede ser un caso de injusticia específico, sino el
tipo de mentalidad que esto conlleva, la tiranía de una tercera parte de
nuestra mente (lo racional) sobre las otras dos (lo instintivo y lo
emocional)”.
“La mente patriarcal es responsable de la
inequidad, de guerras, de injusticias, de genocidios. El modelo
educativo imperante la transmite automáticamente, sin ninguna reflexión.
Tenemos una educación tiránica, portadora de una mente patriarcal que
se comporta como si no le interesara el cambio. Una educación amenazante
empeñada en las notas para pasar exámenes y en aprender a hacer las
cosas por un interés. Una educación que no educa. ¡Cómo va a haber
desarrollo humano si se educa en el nihilismo, el egoísmo malsano y en
buscar sólo mis ventajas!”.
“Necesitamos educar en el encuentro con el otro”
“La educación apuesta por lo conocido. No
apuesta por la evolución, no facilita que cada ser humano sea lo que
nació para ser en su totalidad. Mientras que todos somos llamados a ser
íntegros en un sentido pleno, la educación se ha convertido en un
obstáculo para nuestro desarrollo”.
La educación se convierte en la
herramienta perfecta para convertirnos en factores de producción
idiotizados y perfectamente adaptables a lo que el sistema quiera, sin
embargo, “no existe la idea de adaptarnos a nuestra propia naturaleza”.
“Uno de los objetivos de la educación debería ser desarrollar la empatía
y el amor al prójimo, lo cual pasa por el autoconocimiento, porque para
llegar al otro antes he de llegar a mí mismo. La empatía significa
resonar con los valores de otro, es un amor que nos lleva al
aprendizaje. Necesitamos educar en el encuentro con el otro, donde hay
un tú y un yo y donde reside el misterio del uno más uno igual a
infinito. Porque implicarnos con el otro nos hace evolucionar. Pero esto
no se hace, la educación se queda en el academicismo y en el dogma”.
“Una plaga transmitida y muy extendida es
la criminalización de los deseos y de la espontaneidad”. La infelicidad
de nuestra condición está estrechamente relacionada con la
infravaloración y represión de la vida instintiva.
Somos una especie ‘autocastrante’ que
desde la crianza y durante todo el proceso educativo exige ser bueno,
ser así o ser asá. Nos guiamos desde el deber, desde el superego. Tal y
como en el mundo civilizado hay un sistema represivo, hemos creado un
sistema policial interior y no consideramos que la vida pueda funcionar
de otra manera. No creemos en absoluto en la permisividad, en el
espíritu dionisíaco”.
El estado de la educación marca el estado
del mundo. Por ello, yo no estoy interesado en resolver la crisis de la
educación sino en salir del entuerto en el que estamos, y eso sólo
puede resolverlo un cambio de conciencia. Hay un ‘sálvese quien pueda’
flotando en el ambiente y por eso es necesario inyectar otra conciencia.
De esto se puede y se debe ocupar la educación”. Quizás esta nueva
educación deba seguir un modelo tan antiguo y tan alineado con el
desarrollo del potencial humano, como el que propone Lao Tse en el poema
LXV del Tao Te King:
Los antiguos Maestros
no intentaban
educar a la gente,
sino que, suavemente, enseñaban a no saber.
Las
personas son difíciles de guiar
cuando creen que saben las respuestas.
Cuando saben que no saben,
encuentran su propio camino.
Extractos de unas conferencias en España sobre la educación. El confidencial.com.