Por camino de la luz
a soleras voy risueño.
Por donde
pelegrinos lejanos vinieron
a la vetusta ciudad de Oviedo.
Sin espasmo a la feria de Fontana llego
mercal que está después de
Cimavilla
y allí quería hacer de
artista
para conseguir algún dinero.
¡Ay, prueba del doncel sin dueño,
que antes del bien disfrutar
se pone listo en el mercado
cuando la pasma se apresta a
llegar!
Tan celosamente aparecieron
y con tanto deseo hacerme cantar
que quieren cortarme el vuelo
sin a nadie encomendar.
Cuento-les mi hábitos
saludables
con razones ciertas y mucha tranquilidad,
que todos los días la
costumbre tengo
de desayunar, comer y cenar,
Que si no lo hago paso mal
que no hay derecho de pasar,
que en este punto enmienda no
hallo,
que no lo puedo remediar:
engañarle a la gazuza
es un trabajo de verdad.
Y así les digo que supongo
habrá de suceder-le a ellos...
pero no atienden tales.
pero no atienden tales.
Me responden los gallardos
que el nuevo alcalde por poderes es
que el nuevo alcalde
y coalición,
que por si poco fuera
la
sodomía gusta por afición,
curiosamente no gusta de gaitas viejas
ni tampoco si modernas son,
que gusta más de tiernos gaiteros
y permiso dales de tocar pandeíro,
si antes primero va el traseiro .
Con grande aplomo respondo
y no poco estupor, que joven ya no soy
aunque si, conservo,
algo de esmero y apresto:
"Que ese golfo palomo
que con vara
se acompaña, que en lo
tocante a tocadas
mucho me la suda el trueno,
que quiero ver esa tal
ordenanza
dónde se halla, manda y condena
a la infamia del hambre
a los nobles artistas gaiteros,
que quiero vel-la ya!
desde su artículo final al
primero”
Tras largo discutir y aburrir
llegamos a digno acuerdo,
empeñados en tomarme la filiación
estaban esos bravísimos maderos.
Por no querer más desafia-les
ni al público respetable
cansar,
me quedé con sus recias caras
y los sendos números que iban
estampados en sus chapas,
en sus chapas de chapero
que eran el ciento quinceavo
y el trigésimo primero
(de la ciudad de Oviedo)
Rápido me dicen:
"En sigilo has de
marcharte
y la Fontana habandonar,
que no vuelva
a toca-les los güevos mas
y que me vaya si quiero
con la música a otra parte,
que la Regenta me aguantará.
Que hasta el Santísimo Cabildo
si me empeño
la mañana podré arreglar,
si se tercia a su Reverendísimo Obispo
sus broncíneas campanas tocar