Ελλάδα, Grecia, agosto 2011 |
¿Dónde están, dónde andan los valientes?. Era la frase que casi gritaba Giannis, un cretense de Sfakiá, enagenado y solo como un poeta.
Mi llamada no es tan angustiosa, porque sólo pregunto por los amigos ausentes que sé que no tardarán en aparecer.
Miro las cortezas de los árboles como si fueran la piel arrugada de mi abuela, y paso la cara para sentir su lejano contacto, pero la suya era todo ternura y suavidad, algo me dice que sólo hay poesía en el corazón, lleno también de pliegues viejos.
Después alzo la vista y veo que ni siquiera son árboles, sino postes. El sonido que escuchaba no era la sabia del árbol, la sangre de mis oídos ni el corazón de mi abuela, era el amor democrático que suministra por cable la compañía eléctrica de turno.
No estoy para leer señales en estas condiciones de sordera sentimental cuando no distingo el tocino de la velocidad. Ciego y medio sordo del oído interno, el que escucha lo que nunca se dice.
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Sólo me llega un aroma que era el suyo, y sólo entonces siento también su caricia y su sonrisa.
Eleni Karaindrou, el tema musical de La mirada de Ulises, de Theo Angelópoulos.
Υγεία, Salud y felices sueños.
Ramiro.