En un mundo globalizado por el capitalismo
financiero no asusta realmente la suerte que puedan correr regiones enteras del
planeta martirizadas por la hambruna o la crisis ecológica; tampoco intimidan
las amenazas sobre Irán por sus discutibles intereses atómicos; qué vamos a
decir de la extensión de la pobreza en el mundo (incluso en el primer mundo) y
ya estamos acostumbrados a las penurias forzadas de pueblos enteros condenados al ostracismo: el palestino, el kurdo, el checheno, el saharaui...
Todo esto carece de importancia cuando arribamos a nuestra orilla europeo, todo esto parece de poca monta porque ahora ya
nos toca a nosotros ¿Acaso no somos el centro del mundo? Pero nuestra fortaleza tiene los pies
de barro.
Reconozcamos que hemos vivido instalados en un
espejismo de consumo compulsivo y de inconsciencia política ciudadana; que
nuestras admiradas sociedades de confort y bienestar se deshacen como los terrones
de azúcar en el café; que estamos siendo gobernados por una casta de políticos
incompetentes al servicio de sus propios privilegios y estos le hacen la ola a los grandes poderes
económicos que juegan al monopoly con nosotros, los donmindungui, sin
siquiera pestañear. Les importamos un pito. The show must go on.
España, un gran país |
Miremos como ejemplo palmario lo que ocurre
en Grecia y por qué no, mirémonos ya a nosotros mismos, España, en el mismo ojo
del huracán. Estamos dominados y tumbados por sacrificios sin recompensa en
aplicación de la furia austeritaria LMD, mayo de 2012 nos dice Igancio Ramonet.
Reconozcamos que no es un ánimo filantrópico ni solidario lo que inspira el rescate económico de un pequeño país periférico de la UE, nuestro vecino del mar mediterráneo, por gloriosa que sea su historia y magistral su pedigrí democrático que se remonta a 25 siglos, a la época de Pericles, cuando aquí -creo- nos comíamos todavía los unos a los otros.
Reconozcamos que no es un ánimo filantrópico ni solidario lo que inspira el rescate económico de un pequeño país periférico de la UE, nuestro vecino del mar mediterráneo, por gloriosa que sea su historia y magistral su pedigrí democrático que se remonta a 25 siglos, a la época de Pericles, cuando aquí -creo- nos comíamos todavía los unos a los otros.
Lo que preocupa
verdaderamente a las potencias que ahora se reúnen en la sesión anual del club
de los grandes conocido por G-8 (4 países europeos-Alemania, Francia, Reino
Unido e Italia- más EE.UU, Canadá, Rusia y Japón) es la cascada de infortunios
que la caída de Grecia pueda provocar sobre el propio sistema, ya puesto en
crisis estructural y no coyuntural, como nos hacen creer.
Grecia, otro gran país |
Primero, la repercusión en el espacio
económico común europeo a través de los vecinos más expuestos y vulnerables
(léase PIGS: Portugal, Irland, Greece,
Spain) y, más concretamente, la suerte que pueda correr nuestra maravillosa moneda,
el euro, la segunda en importancia tras el dólar, que no podría hacer frente a
la recesión que galopa, gracias precisamente a los recortes que impiden la
recuperación.
¡Si no hay rentas ¿cómo cojones va a haber
crecimiento?! Si no comes ¿cómo vas a engordar? Y, por otra parte, más relevante aún: ¿No es hora
ya de aprender a decrecer para poder salir del Capitalismo? nos dice Carlos Taibo en El decrecimiento explicado con sencillez. La Catarata 2011. El
capitalismo es el que nos cruje a
todos.
Los gobernantes son figurantes de segunda o tercera línea que después serán compensados por sus servicios prestados en algún notable Consejo de Administración de esta o aquella gran corporación. A los de casa, un puesto en la Junta del Hospital Psiquiátrico de la Diputación, por ejemplo, o alguna otra regalía.
Los gobernantes son figurantes de segunda o tercera línea que después serán compensados por sus servicios prestados en algún notable Consejo de Administración de esta o aquella gran corporación. A los de casa, un puesto en la Junta del Hospital Psiquiátrico de la Diputación, por ejemplo, o alguna otra regalía.
Segundo, la repercusión consecuente en el
marco global del capitalismo: la recesión convertida en depresión, los amenaza
hecha realidad. Esto supondría en el caso de la UE el incumplimiento del sanctasanctorum,
el Pacto de Estabilidad Fiscal impuesto a las cuentas públicas de todos los
países del club por la mano prusiana de Alemania y una cohorte de autoridades
económicas o políticas no democráticas (no fueron elegidas por los ciudadanos) como son el BCE, la Comisión Europea
o el FMI, y otros pactos onerosos que los ciudadanos han sufrido y sufrirán como
cobayas.
¿Qué fue si no -no lo olvidemos tan pronto- lo que obligó a modificar a ZP nuestra
Carta Magna en un abrir y cerrar de ojos?. No lo olvidemos, para grande
regocijo de los mercados especulativos, las primas de riesgo, el diferencial
con Alemania, etc., etc. y no fue pequeña congoja, sino pánico, la que entró a
sus ciudadanos sometidos al miedo de la incertidumbre, al paro galopante, a los
recortes en materia laboral, en la educación, en la sanidad, las recompensas al chiringuito financiero... para llegar a la destrucción
del contrato social que aplica Rajoy ¡porque ya no tiene otro remedio!
Si todavía queremos ver más, veremos
la merma de las libertades públicas y, con el tiempo, como ocurre en las desesperadas
elecciones en griegas, seremos llevados a inaceptables presiones para torcer la
soberanía popular en el sentido preciso que indican los intereses de aquellos
que referíamos unas líneas atrás.
No se puede pedir más sacrificios a nadie
mientras otros se lo llevan en crudo. ¡Es hora de decir basta!