Bien, retomamos la serie para hablar de pseudodemocracia, que no es sino la falsa idea de creernos que vivimos en una democracia. Y lo decimos ahora porque se acercan varios procesos electorales en nuestro país y ya damos por buena que esta es la verdadera oportunidad de cambiar las cosas por el simple hecho de poder votar; como si esa esporádica oportunidad ofrecida a los ciudadanos confirmara por definición indiscutida la vigencia y la virtud de la democracia.
Por supuesto, la democracia es mucho más que eso y estamos dando por genuino y auténtico lo que no es más que una mercancía defectuosa, un producto degradado y lleno de confusión. Y ELLOS lo saben, juegan con eso. El juego, el producto, o como ustedes quieran verlo, es el gobierno de la mentira* y ahora que está tan vigente eso que llaman fake news lo reconocerán, porque viene catapultado por el abuso de la mentira por parte de los políticos y los medios de comunicación y su propulsión acrítica a través de las redes sociales. Lo vimos muy claramente hace 15 años tras la tragedia del 11M y las elecciones que vinieron a continuación (no hace falta recordar los hechos) Vivimos enganchados a los medios y a las redes sociales pero es a base de mentiras, a cual más gorda, y las recurrentes manipulaciones, las que nos queremos creer y las que no, hoy más que entonces, de modo que el efecto "11M-13M" se puede volver a repetir.
En primer lugar, para empezar a jugar, ustedes nos demandarán con justo empeño saber quiénes son ellos, señalado antes con mayúsculas. Está claro: ellos no somos nosotros. Ellos son las élites, usted pertenece a ellas? -No, claro que no.
En segundo lugar, y para terminar lo que defendemos, habrá que aclarar cuál es el juego, el juego de la pseudodemocracia.
1. Las élites
Las élites son los grupos que están instalados en el poder y que en realidad manejan el mundo, nuestro mundo, con habilidad y ventaja: esto ocurre en todos los sitios y lugares, no crean que nadie se libra. Los grupos de poder configuran el sistema del mismo modo que el sistema les da forma a ellos, con la llamada democracia o sin ella: se retroalimentan mutuamente y son por ello muy sólidos y fuertes.
Un compendio de artífices que se han ido consolidando a través del control de las bases del funcionamiento del sistema; que salvo omisión o error por nuestra parte en alguna de ellas más o menos son: la principal, la base financiera (el dinero, los bancos) la económica (el petróleo, la energía, los recursos estratégicos, las industrias, los alimentos, el agua, el comercio...) la mediática (los encargados de configurar la opinión pública)... y por último, los mecanismos de la representación política, el diseño del campo de los derechos y libertades que dan forma al sistema político de un estado democrático (partidos, jueces, sistemas educativo y sanitario, fiscal, vivienda, seguridad y orden, ejército, etc, etc. toda la acción gubernamental)
Los grupos destacados son endogámicos y promiscuos, se emparentan con gran facilidad (por eso hablamos de puertas giratorias) Pero es que además son opacos y no se caracterizan precisamente por su funcionamiento democrático o transparente. A nosotros, los que no somos élite, nos faltan muchas cartas para poder jugar a la par en esa democracia. Este es el sistema que hemos conocido y no otro. Pudiera haber sido otro, pero no hay otro y no hemos elegido este sistema sino que nos ha venido impuesto. Por supuesto, si lo miramos bien, parece una superestructura muy fina, casi evanescente, que ocupa un estrato superior al de los estados, del cual se conocen perfectamente sus límites. El sistema no es otro que el modelo de funcionamiento económico del mundo y que lógicamente no está compartimentado por países, es global. Esa mundialización se perfeccionó a todo lo largo del camino realizado por el capitalismo, aún a pesar de la oposición de las fuerzas del trabajo derrotadas en la lucha de clases. Ellos han vencido.
El sistema, también lo sabrán, está agotando sus recursos, los recursos de la biosfera, provocando con ello un cambio climático brutal e irreparable que pone en peligro la vida y claramente la propia humanidad. Les importa todo un comino. Por otra parte, aunque nos creamos vivir mejor que nunca se vivió, estamos asentados en una trampa de "no futuro" y de desigualdad creciente. Se ha roto el ascensor social, las rentas del capitalismo no se reparten entre todos con justeza, los beneficios están cada vez más concentrados en menos manos, están mal repartidos y se extraen de forma vergonzosa a partir del esfuerzo de todos. Las élites lo saben, por supuesto que lo saben antes que nosotros, saben que han ganado pero no paran, son ávidos e incapaces de parar porque se les acaba el negocio. Lo que hacen es suicida, todos lo sabemos, pero el sistema no tiene freno, prefieren salvar a los bancos antes que al planeta.
2. La pseudodemocracia
Demostrado que las élites se colocaron fuera de nuestro alcance, que estas élites no son un modelo de participación sino que se escapan precisamente de ella, son ellas, las élites, sin embargo, las que deciden gran parte de nuestra vidas con entera disposición. Y lo hacen con plena tranquilidad puesto que han conseguido reducirnos a todos nosotros a meros espectadores egocéntricos de la escena y/o a entusiastas consumidores.
Lo único que nos queda a mano, bien que residualmente, son esos políticos oportunistas y esos periodistas que les sirven sin rubor, pues según sean sus señuelos así les votaremos. Esta, en suma, es una democracia muy devaluada, que da muy poco poder real a la gente. Es aquí donde queremos señalar tan sólo el aspecto comunicativo de la farsa del gobierno de la mentira basado en un presunto poder conferido a las elecciones, magnificadas tácticamente como si fueran ellas decisivas y decisorias*
... Aún así, con medios y audiencias que no atienden a ningún interés colectivo y
sin instituciones participativas, podríamos vivir en democracia votando cada cuatro años. Pero la legitimidad del resultado no estriba en la existencia de varias listas electorales, sino en la calidad de la deliberación institucional y ciudadana. Sin un diálogo colectivo digno de tal nombre, que alcanza su clímax en campaña electoral, la votación es un fraude; los resultados, una mascarada; y la comunicación política, un ejercicio de manipulación.
La teoría de la acción racional (...) postula apenas tres condiciones de una comunicación democrática:
1) que identifique la mentira o el error;
2) que castigue o expulse al mentiroso y al inepto de la esfera pública;
y 3) que imponga a todos los interlocutores los mismos baremos de veracidad
Y nada de esto se hace.
Nota del artículo*
Conspiración y pseudocracia.
O la esfera pública a cinco años del colapso del 11-M
Víctor Fco. Sampedro Blanco
VIENTO SUR. Número 103/Mayo 2009
(artículo facilitado por Jonathan F. Moriche)
Lo único que nos queda a mano, bien que residualmente, son esos políticos oportunistas y esos periodistas que les sirven sin rubor, pues según sean sus señuelos así les votaremos. Esta, en suma, es una democracia muy devaluada, que da muy poco poder real a la gente. Es aquí donde queremos señalar tan sólo el aspecto comunicativo de la farsa del gobierno de la mentira basado en un presunto poder conferido a las elecciones, magnificadas tácticamente como si fueran ellas decisivas y decisorias*
... Aún así, con medios y audiencias que no atienden a ningún interés colectivo y
sin instituciones participativas, podríamos vivir en democracia votando cada cuatro años. Pero la legitimidad del resultado no estriba en la existencia de varias listas electorales, sino en la calidad de la deliberación institucional y ciudadana. Sin un diálogo colectivo digno de tal nombre, que alcanza su clímax en campaña electoral, la votación es un fraude; los resultados, una mascarada; y la comunicación política, un ejercicio de manipulación.
La teoría de la acción racional (...) postula apenas tres condiciones de una comunicación democrática:
1) que identifique la mentira o el error;
2) que castigue o expulse al mentiroso y al inepto de la esfera pública;
y 3) que imponga a todos los interlocutores los mismos baremos de veracidad
Y nada de esto se hace.
Nota del artículo*
Conspiración y pseudocracia.
O la esfera pública a cinco años del colapso del 11-M
Víctor Fco. Sampedro Blanco
VIENTO SUR. Número 103/Mayo 2009
(artículo facilitado por Jonathan F. Moriche)