lunes, 20 de agosto de 2012

Agnosta2 y agosta2. Hölderlin

Foto. Peter Vidani
Somos dioses cuando soñamos, mendigos al despertar.
Holderlin

Con permiso de Marina.
'El Archipiélago' es uno de los más grandes poemas del poeta más grande. Los egipcios han ganado el mercado audiovisual gracias a películas de momias

Siguiendo el razonamiento también me dije que con los griegos era sumamente difícil hacer películas de terror y no te digo películas gore. Es de lo más embarazoso imaginar a los dioses o a los héroes griegos tratando de infundir miedo, pero no por las falditas (que es mentira que las usaran) o las trenzas (otro mito), sino porque todo lo que tiene que ver con Grecia pertenece al lado opuesto del terror, a pesar de que Nietzsche hizo esfuerzos ímprobos por facilitarles también esa parte. Grecia admite el misterio, el terror y el horror, sí, pero siempre mirándoles fijo a los ojos, sin hacer aspavientos, sin dar gritos o agarrarse al brazo del vecino de butaca. Una cosa digna.

Hölderlin conocía y amaba como ningún poeta a la antigua Hélade

Desaparecido el sueño de Grecia, ¿qué le queda a Occidente?

Este absoluto olvido de Grecia o esta imagen de Grecia cada día más intempestiva, se remata por el lado político gracias a los regímenes actuales que se parecen a los egipcios, como los emiratos árabes, Cuba, algunos pueblecitos vascongados, Corea del Norte, en fin, esos lugares en donde la teocracia se une al uso estúpido de la violencia contra el contribuyente. En cambio, no se me viene ahora a las mientes un solo régimen político actual que se parezca a Grecia. A lo mejor la isla de Bali, pero como solo la tengo de oídas, no la considero digna de un juicio apodíctico.

Así que por el lado del espectáculo, Egipto, y por el lado moral, también. ¿No es un extraño y desolado destino el de Grecia, origen, según se dice, de Occidente? ¿Arranque de la democracia occidental? ¿Milagro del Logos que borró de un chispazo la superstición arcaica? ¿Primer paso en la implacable marcha hacia la libertad de los pueblos soberanos? ¿O es un timo?

Yo no sé si hay en la actualidad mucha gente que se haga estas preguntas, lo cual redunda en el triunfo absoluto de los egipcios, pero si la hubiere, puede pasar un rato excelente leyendo un poema, incluso si en su vida ha tenido la tentación de leer un poema. No es un poema cualquiera, es uno de los más grandes poemas del poeta más grande de todos los tiempos, un alemán poco divulgado en el bachillerato español, de nombre Friedrich Hölderlin, muerto hace casi dos siglos, en 1843. El poema se llama El Archipiélago y ha recibido una nueva y emocionante traducción editada por La Oficina.

Había ya muy buenas traducciones, pero no importa. En realidad a Hölderlin no se le puede traducir y sin embargo las peores traducciones de Hölderlin suelen ser mejores que cualquier poema contemporáneo. Ahora bien, la traducción de Helena Cortés tiene un añadido sumamente agradable: está construida íntegramente en hexámetros, que es el verso del original. Hay quien dice que el hexámetro no da en castellano, pero que no cunda el pánico: tampoco daba en alemán. El artificio de Helena Cortés reproduce el artificio mismo de Hölderlin, quien trató de aproximarse a Grecia con el verso más parecido posible al mármol de Paros.

El poeta alemán vivió en el momento de máxima adoración a Grecia, eran los tiempos de Winckelmann, de Goethe, de Schiller, faltaba poco para las excavaciones de Schliemann. La Grecia mitificada por la Ilustración se había convertido en el ideal de todos los revolucionarios y demócratas europeos. En 1824 había muerto en Missolonghi el pobre Lord Byron cuando trataba de ayudar a los griegos en su lucha de liberación contra los turcos, pero por desdicha había descubierto que las armas que les proporcionaba con dinero de los servicios secretos británicos, los griegos se las vendían de inmediato a los turcos. Había ya entonces un problema en ese país. Así que Byron contrajo una enfermedad antigua y se murió.
Hölderlin conocía como nadie y amaba como ningún poeta ha amado y comprendía como ningún sabio ha comprendido a la antigua Hélade. De manera que sabía perfectamente que la hermosa Grecia nunca había existido, sino que más bien Occidente había construido el mito griego para que su propio destino viniera de algún lugar y fuera hacia alguna parte. Este peliagudo asunto, es decir, que el origen de Occidente es Grecia y que ese origen nos indica a dónde debemos ir, está muy claramente expuesto en el epílogo de Arturo Leyte a la edición que comentamos. En efecto, una vez desaparecido el sueño de Grecia, ¿qué le queda a Occidente? Nosotros ya sabemos lo que nos queda: Egipto, pero cuando Hölderlin comprendió el horror que nos esperaba era un caso único, porque Europa entera estaba enamoradísima del ideal griego. Viene en el libro una fotografía espeluznante: el ejército de ocupación alemán levantando la bandera con la esvástica delante del Partenón. Incluso aquellas bestias necesitaban el amparo de Atenas para justificarse. Sin ese origen, no tenemos destino, solo distracciones y mercancías.

¿Y el poema?, me dirán ustedes. El poema es demasiado hermoso y demasiado grande para que se lo comente este gacetillero. Es un poema para ser leído despacio, en soledad, observando con mucho cuidado cada verso, saboreando la portentosa traducción, y mirando de vez en cuando el horizonte. Comienza el poeta preguntando si ya han regresado las grullas, como en cada primavera, y acaba ofreciendo al lector, por todo consuelo, la memoria del silencio.

Agnosta2 y agosta2. Sinsentido común

Frente al sinsentido común (Carlos T.)
Impera un sinsentido común en nuestras sociedades y esto que diré, obviando otros elementos, me parece que es llave fundamental del cambio necesario que nos proponemos.
Podemos vivir mejor con menos
Frente a esto está la conocida retahíla que afirma que si no consumimos y no crecemos seremos irremediablemente pobres e infelices.
Disiento. Por dos razones.
1. La fraudulenta identificación entre consumo, por un lado, y bienestar y felicidad, por el otro.
Dejados atrás los estadios iniciales del desarrollo, el hiperconsumo al que a menudo nos entregamos en las sociedades opulentas no es sino una señal fehaciente de la infelicidad de gentes que sucumbimos al hechizo de la publicidad y arrastramos una vida social comúnmente insatisfactoria.

2. Vivimos en un planeta con recursos limitados.
Eso significa que debemos velar por los derechos de las generaciones venideras y, también, por los de las demás especies que nos acompañan en la Tierra.


Coplas de picadillo 2. Pelegrín

Pelegrín Calzado, de Hervás, me refiere esta copla de picadillo (19/08/2012):

Tengo un gatito muy bonito
con sus orejas y su rabito.
Si alguna niña lo quiere ver,
que se pase por mi puerta
y yo se lo enseñaré.
Quiero que me digas madre,
quiero que me des las señas,
de cómo es ese bichito
que mi novio a mí me enseña
Tiene el cutis muy finito,
con la cabeza pelada,
que dice que caza conejos
-y yo le dije que es verdad-

La niña muy atrevida
le pasó la mano por el lomo al animal,
que se estiraba y se encogía
porque quería jugar.
 ¡Qué bichito más bonito!
¡Qué bichito más marrano!
La niña le fue a coger
y le ha escupido en la mano.
Sin permiso de Pepe galeno