domingo, 27 de marzo de 2022

PLATAFORMA PACIFISTA DE SALAMANCA II

 Senderos de gloria. S. Kubrick. 1957

 

“Nos acordaremos de aquellos que en este momento solemne no estén a nuestro lado”…

Josep Borrell, jefe de la diplomacia de la U.E.

Intervención ante el parlamento europeo 01/03/2022 

 

En las palabras del discurso de Josep Borrell que reproducimos arriba tenemos un ejemplo de lo que ha ocurrido en la U.E en el último y más belicoso mes de su historia: los socios del club se han amado como nunca antes lo habían hecho... durante dicho tiempo han logrado lo que no habían podido conseguir a lo largo de toda su procelosa historia, cargada de no pocas dificultades y desavenencias. El mes de guerra trascurrido desde el inicio del ataque de Rusia a la vecina Ucranía el pasado 24 de febrero ha logrado aflojar todas las reservas habidas entre los socios para emprender una política exterior conjunta -de verdad- lastrada hasta ahora por particulares intereses nacionales (y a veces contrapuestos) para pasar a realizar una política de apoyo concertado a la Ucrania agredida. Para ello se invocan los sagrados principios fundacionales de la organización protoeuropea: evitar una nueva guerra en Europa y defender el principio de la libertad de los pueblos. Como si de una misión se tratara los socios se conjuran para apoyar al máximo de lo posible a Ucrania, la cual no ha dispuesto del tiempo neceario para poder integrarse en el club de los ricos que es la U.E, aunque hiciera una petición extraordinaria una vez comenzada la guerra.

La explicación antes expuesta no es opinión venturosa u ocurrente de pacifistas radicales, responde a la interpretación exacta de las palabras expresadas en una intervención “histórica” -adjetivo empleado por la mayoría los medios de comunicación- realizada por el jefe de la diplomacia europea, un político español de larga trayectoria, tanto en España como en Europa, pronunciadas en el Europarlamento en solemne sesión -sí, “momento solemne” que fue el término que aplicó el propio jefe de la política exterior de la UE, señor Borrell- el pasado uno de marzo. Esta intervención, teatral donde las haya, ante todos los líderes europeos de la UE: Charles Mitchell, Úrsula Von der Leyen junto a todos los representantes nacionales destacados en Bruselas escenificó ante la opinión pública una conjura que quería demostrar a Rusia, la potencia invasora de Ucrania, la fortaleza y la unidad desconocida para todos quince días antes, y cosechó por ello una de las más notables adhesiones con aplausos y vítores en el Parlamento europeo.

Probablemente, es verdad, Borell haya hecho el discurso de su vida, aunque es posible también que en un futuro no muy lejano pueda arrepentirse de ello, si su soberbia evidente se lo permitiera. Configuró una escena retórica donde se expresaba la acción mesiánica de la U.E. en el Este de Europa y, consecuentemente, la confirmación del apoyo a la escalada belicista por parte de la Vieja Europa para hacer frente a la invasión de Putin en Ucrania. La gran misión es poder luchar juntos por la soberanía en aquel país exsoviético (Ucrania aún no es miembro de la U.E. ni de la OTAN) y por consiguiente apelar a la libertad y la legalidad internacional de la ONU por la que en el pasado reciente tan poco se preocuparon. El resto de su discurso incide en la misma retórica, pero el extracto seleccionado no resulta nada casual. 

Estremece escuchar sus palabras por lo que significan de exclusión, especialmente cuando dicen de forma tan lapidaria:

           

        “nos acordaremos de aquellos que en este momento solemne no estén a nuestro lado  
 

        Pronunciadas así, en un discurso solemne, parecen una clara amenaza dirigida a todos aquellos que no nos colocamos del lado conveniente de la historia (hoy toca guera, esfuerzos del pueblo, estrecheces...) fuera del discurso integrista que ofrece la UE -por boca de Borrell- completado por otra manifestación suya, inmediatamente anterior e igualmente peligrosa e inquietante. En esta última la UE -mostrando la penosa inteligencia a la que nos quieren reducir a los ciudadanos- decreta el bloqueo de aquellos medios de información rusos, como son RT y Sputnik, porque quieren librarnos a los indigentes europeos de la propaganda que el “enemigo” sin duda difunde y de ningún modo se puede consentir; como si en occidente: los americanos y los europeos no la practicaran la propaganda y la manipulación mediática de igual modo. Aquí llegados está claro que con estos discursos ya no deja cabida para diletantes o cobardes, parece que no queda mas opción que subirse al tren de la guerra al sonido del silbato militar. En suma, que Europa no desea cobardes pacifistas entre sus miembros ni ciudadanos ni tampoco discursos disidentes o contrarios al discurso que han decidido sea el único posible.

     

            Nuestras razones (algunas):

         1) A los pacifistas no nos parece acertado que las medidas punitivas, económicas, militares o informativas vayan en camino de la búsqueda genuina y certera de la Paz. No nos parece acertado ni conveniente que la demonización, la exclusión de todo lo ruso en todos los ámbitos del concierto internacional; la represalia indiscriminda, el revanchismo o el chovinismo sean las mejores fórmulas arbitradas para resolver este asunto de trascendental importancia global, como si esas respuestas fueran las soluciones fiables para resolver un conflicto en el que se decide -nada menos- que el futuro de la Humanidad, puesta en manos de líderes inconscientes y egoistas. Creemos que nuestros líderes no hicieron nada bien su trabajo, que se confunden ahora muy gravemente en la escalada militar y no debemos rendirnos a la guerra, si todavía seguimos empeñados en la Paz, promoviendo una sostenida Cultura por la Paz, desde las escuelas.

 

2) Es preciso buscar otras medidas encaminadas hacia la Paz: la respuesta de las armas es el mayor fracaso de los pueblos y de la Humanidad, matándose hermanos entre sí, una muestra del fracaso de la civilización humana que en Europa, tras la experiencia de dos guerras mundiales vividas en el siglo XX, parece especialmente bochornoso.

 

3) Que la U.E, nacida como una esperanza pacifista en los años 50 tras la II Guerra mundial, es responsable por no haber sabido o querido construir la “Casa Común Europea” de la Cooperación y la Seguridad continental, cuando pudo bien haberlo hecho con un líder soviético colaborador como lo fue Gorbachov, en la Declaración de París de la OSCE de nov. de 1990, y que en lugar de ello, tras el colapso interno de la URSS acaecido en 1991, se aprovechó de la debilidad manifiesta de la Rusia postsoviética en la etapa de Yeltsin extendida hasta el ascenso de Putin al poder en 1999. Extraordinaria oportunidad que se malogró de forma muy conciente y decidida por parte de los EE.UU, de la OTAN y de la U.E. y que, pasados treinta años hoy, si no se asume aquel concepto ya planteado por la OSCE de asumir una Seguridad común e indivisible para Europa, supone un riesgo muy cierto para la guerra nuclear y, por tanto, una respuesta suicida para la Humanidad.

 

 4) Hemos de saber por todos que el pueblo ruso no salió del vientre desconocido de Asia, no son mongoles ni extraxto de otra civilización lejana, que el pueblo ruso -tal como nosotros sentimos- no quiere tampoco la guerra, que son hermanos nuestros, que no la desean porque también la sufren ahora siendo el país agresor y la han sufrido en el reciente pasado de forma muy atroz  cuando fueron invadidos por Hitler, cuando junto a sus hermanos ucranianos y el resto de los pueblos soviéticos, tuvieron que hacer frente común y repeler con gran sacrificio humano al fascismo que inundó Europa y que afectó también a Asía y Africa. Solo la firme respuesta de dos potencias pudieron al cabo salvar la cara a Europa del Fascismo que incubó en los años 30 en Alemania, en Italia y en otros regímenes colaboradores con el fascismo (España entre ellas) Fueron la URSS, la potencia continentalcomunista, plantando cara desde el Este de Europa a los nazis que la habían invadido y, por la otra parte, los EE.UU, la potencia capitalista en expansión que liberó la parte occidental aliada, configurando el  "desembarco" definitivo en Europa de los EE.UU. desde el Sur mediterráneo y el Oeste atlántico.

 

5) Hemos de saber por todos que no sólo la locura de Putin (como antes lo fue de Hitler) sino la impericia y el “extraño oportunismo” de los lideres occidentales, hoy nos conducen al precipicio de la guerra internacional, sino mundial. Hemos de saber que lo más trágico de esta historia es la aparente repetición o rima consonante con la época del miedo y el temor al conflicto nuclear que conocimos como " Guerra Fría" hasta los años 90, pero que aun viendo tan claro su parecido, todavía no somos capaces de evitarlo porque seguimos reclinados ante el amigo americano y con unos líderes europeos mediocres, o directamente malos que sí, hemos elegido en elecciones libres, pero son abiertamente incapaces de mirar más allá de sus cortos intereses electorales o terminan por servir no al pueblo al que dicen representar, sino a otros intereses económicos bastardos, que infelizmente representan casí sin disimulo. El efecto es que desde el poder (aunque sea democrático) descuentan, sin albergar problemas de conciencia, las pérdidas inevitables e irreparable que son siempre las que aporta el pueblo víctima y luego esos mismos políticos se apuntan en primera fila a los negocios futuros que afloran o tienen ya planeados como consecuencia de la guerra.Sobran los ejemplos,

 

6) y útimo, Observar que corren malos tiempos al contemplar la evolución de las tendencias electorales, que algo se abrá hecho mal o muy mal cuando emerge en todos los países de Europa la euforia nacionalista que campa y se desarrolla a sus anchas, al mismo tiempo que la guerra toma su fuero inapelable. Ahora, compañeros pacifistas, nos queda cuestionar si es ésta la Europa de las libertades y los derechos humanos que tanto hemos amado y queríamos amar, de la que tanto hemos presumido ante las jóvenes naciones que nacían en el mundo tras la descolonización; si aspiramos todavía a ser ese faro de referencia para el resto de los pueblos del orbe que nos miran como si fueramos su salvación o, más bien, como otros piensan, su condena. 

 

Las libertades de los pueblos, los derechos de las personas, tomadas una a una, y el invento de la democracia, como la mejor organización de la convivencia de las sociedades, no merecen esa pésima y triste pedagogía que se impone con la armas. ¡Qué gran trabajo nos espera para levantar la Paz desde las ruinas y las tumbas, que son el legado primero que las guerras nos dejan! ¡Y luego, limpiar los odios!