Donde estás que no te veo
no escucho tu caminar de pétalos
ni dibujo tu vuelo en los pájaros
como garabato de azucenas líquidas.
Dónde estás.
Me derrumbe en tu brazo
roca dura, tacto evaporado,
un olor a musgo y olvido atormentó mi paso
dónde estás
cielo, nube
mano de barro, la del mendigo
que se deshizo con la última lluvia
por el acantilado de la pobreza,
la cuna vacía de la madre,
el rastro perdido de las niñas,
los niños de viento y arena.
Dónde estás
que alzo tu nombre
y un eco voraz regresa contra mí
me empuja, me derriba
me oprime el mar por los costados
vierto ríos.
Dónde estás
que este vértigo del tiempo
es un azul de campanas
y un olor ácido de crisantemos
embalsama las horas.
Dónde estás que no te veo.
Iníciame en la oscuridad
tarde de faroles apagados
camino de hormiga
amontóname
en tu lecho de estrellas,
dime que existes!!
Aída Acosta, 2015