Tierras del yangües. (foto, gentileza de Carmelo) |
El dinero se alarma mucho y rápido cuando atisba cambios que no son de
su agrado: por tanto, castiga severamente en los mercados a los que osan
desobedecer; pero no se desagrada en absoluto cuando los gobiernos
roban a manos llenas con su beneplácito y colaboración, con los que se
muestra muy complacido.
Ergo la democracia, la que tanto alaban los
mercados, no tiene más remedio que ponerse de rodillas ante el poder del
dinero. ¿Para qué pues tanto cuento?
¡¡A otro perro con ese hueso!! Don Quijote, cap XXXII, 1ª parte