Me interesan los comentarios ajenos (quisiera que menudearan más) y las entradas, por más que pueda no estar deacuerdo siempre; aunque sí casi siempre, emocionalmente siempre. Lo jodido es, lo sabemos, cuando razonamos, como decía Holderlin...
Ahora, la realidad se nos presenta líquida, dice Baumann y habrá que buscar en ella alguna solución sólida, algún apoyo, esto es cada vez más difícil y fallamos con estrépito en esta búsqueda llamada vital.
Pero lo que nos hace terriblemente vulnerables, guiñapos, no es realmente eso. Está en nosotros mismos, en la desconfianza hacia lo que somos y en las ilusiones proyectadas hacia el futuro. No nos guardamos ninguna fidelidad, la veleta nos lleva y sentimos miedo por volver a sentir o pensar aquello que teníamos por genuino ayer. Ese juego de no mostrar la patita, de avergonzarnos de nosotros y ofrecer únicamente aquello que nos da esplendor o nos dignifica ante los demás no nos hace mejores.
Es una vileza pequeña, pero vileza al cabo, con nosotros mismos, porque nos merecemos ser débiles e increíbles... ¡Claro que sí!
Es una vileza pequeña, pero vileza al cabo, con nosotros mismos, porque nos merecemos ser débiles e increíbles... ¡Claro que sí!