viernes, 6 de enero de 2012

El carbón de la Epifanía


Roble entre encinas
León, invierno 2011

Dedicamos ya un espacio al picón, el carbón vegetal que las familias preparaban a finales del otoño para alimentar los braseros invernales.
Las primeras explotaciones de carbón mineral se abrieron con la revolución industrial a finales del siglo XVII en Inglaterra y a lo largo del siglo siguiente y aún en el XIX en el resto de Europa, hasta entonces era la leña y el picón el combustible.

Mencionamos allí a las piconeras madrileñas de las que nos habla Galdós, pero el fenómeno se daba en todas las poblaciones importantes cuyos habitantes no tenían acceso a la leña. De modo que el comercio de picón en los meses fríos era una fuente segura de ingresos para muchos leñadores y carboneros que bajaban del monte con su negra mercancía.

Así se da la figura en todo el país conocida por distintos nombres. No tener ni para picón en una vivienda del gélido invierno peninsular, especialmente el mesetario, era indicio de una pobreza extrema.

En Galicia a ese personaje, convertido ya en un símbolo del invierno y por ende de las navidades
cristianas, se le conoce por O Candilleiro, que enciende la candela y los candiles, y por O Apalpador.
La relación de su llegada con el carbón que los Reyes Magos traen a los niños que no se portaron bien, no está muy clara y tal vez sea un añadido reciente, porque el piconero era siempre bienvenido. Quizá pueda tener que ver con su aspecto bravo y oscuro, tiznado de negro, que aprovechaban los padres para asustar a los rapaces recalcitrantes, casi como un enviado de la oscuridade, del infierno, caliente según cuentan.

Del Apalpador hay una nana donde parece ser él quien evalúa si el niño come o no come, y se supone que merecerá o no regalos. A saber si no era el curandero de la aldea que auscultaba el atracón del probe guajín.

Vaite longo meu menino
marcha agora pra camiña
que vai vir o Apalpador
a palparche a barriguiña.

Roble. Invierno 2011

En Asturias hay una figura  en el occidente que se asemeja, aunque por el nombre y el lugar de la tradición parece tener más relación con la pesca de la angula que se sigue practicando en este tiempo. L´Anguleru.
Y en el oriente y en Cantabria tienen al Esteru, que recogía los haces de leña más fina para encender los fuegos, braseros, hogares, cocinas o chimeneas. En el Bierzo y en muchas regiones de León a estos hatos de leña o matorral de monte bajo, arbustos como las arduviejas, les llamamos fejes.

Pero quizás la figura más importante del folclore tradicional relacionada con los carboneros sea el Olentzero vasco, del que habla Caro Baroja entre otros, muy probablemente el origen del resto de personajes y que nace en el municipio navarro de Lesaka, muy unido a tradiciones de leñadores junto a los grandes bosques navarros.

El Tió es el personaje catalán homónimo que tiene, como el vasco, mucha relación con la madera y el carbón vegetal. Parece que es también el nombre que recibe un buen tronco semicarbonizado, de un tamaño que entre en el hogar para que sirva después de combustible. Algo así.

Había además toda una picaresca de robo de leña porque era entonces un elemento imprescidible sólo para sobrevivir. Creo que era Valle-Inclán quien mencionaba en uno de sus poemas ese pequeño hurto en los pinares gallegos, para alimentar el llar, incluso en las míseras aldeas donde el campesino apenas tenía para comer y vivir.
El picón se obtenía quemando la leña a fuego lento y baja temperatura (unos 500ºC) con el oxígeno justo.
Los protagonistas que tratamos aquí tenían también relación con los frutos otoñales y al tiempo que piconeros ejercían de castañeros, noceros..., ¡y hasta de seteros!, o se asociaban a las fechas de aparición y más consumo de esos frutos y eran por tanto sus paladines.

Imagino que son algunas ideas generales que pueden rastrearse en la red, aunque yo he improvisado y no aseguro ser todo lo fiel que un mejor conocimiento del tema me permitiría. Valga pues sólo como la introducción de un simple aficionado.

Se me ocurre que en tiempos difíciles no debía de ser tan mala cosa que los Reyes Majos, el Olentzero o el mismo Pedro Botero trajera carbón a la familia, desgraciadamente para muchos el hambre y el frío siguen siendo compañeros inseparables de su pobreza.

Salud y calor 

 Ramiro.