Advierto ya sin vergüenza una no disimulada tendencia. Quiero suplantar al doctor, sueño con suplantarle.
Viene al centro de salud un galeno andino que me otorga su confianza. Sin advertirnos -y sin querer- se produce la inversión de papeles. Y asumo una capacidad facultativa que no me corresponde, se ve que doy el pego, llevo el fonendoscopio colgado del cuello (otro que vino se lo dejó)
Los pacientes saludan mi devota atención, la cálida energía trasmitida, plena de cariño y empatía por todas las causas personales que se presentan. La mirada abierta y comprensiva, las manos proyectadas sin miedo hacia fuera, la voz -aunque grave- segura y pausada... Se aterciopela con el ritmo del zortziko que practico a diario ( Hegoak ebaki banizkio nerea izango zen, ez zuen aldegingo...) Ellas y solamente ellas, no las boticas de síntesis, se convierten en las herramientas de sanación.
Conozco. Advierto cómo los gentiles están atribulados por el desasosiego del mundo que les arrebata, por el miedo al futuro incierto, entiendo cómo están de necesitados sus cuerpos u órganos doloridos por el gólgota diario, cómo sus almas reclaman cada vez con más fuerza y necesidad la llamada imperceptible de la paz que derraman mis palabras...
El chamán les escucha pleno de atención, mira atentamente sus rostros, su mirada traspasa los pensamientos, disecciona las aflicciones como el láser penetra en los tejidos: son emociones imposibles de verbalizar, pero están ahí. Sus manos calman el dolor, refrescan a los febriles (fieles) consuelan a los pobres, alivian la carga de los afligidos.
Ya no es necesario ordenar radiografías, ni costosos tratamientos médicos, no es "presiso" prescribir medicamentos, ni ordenar operaciones, ni hemodiálisis, ni análisis de heces u orinas... Las hiper e hipotensiones se reequilibran súbitamente con la imposición de las manos. No es reiki, es "amol"
El miembro quebrado por la pasión deportiva, el oído vulnerado por el zinganillo intrusivo del partido de ayer, la faringe desgarrada por la tos impenitente, el vértigo insidioso que provoca delirios, la muela cavernosa que hunde su ponzoña en el pozo de la boca...
Todos los males humanos hallan su remedio y sanación con la fórmula mágica del Amor.
El miembro quebrado por la pasión deportiva, el oído vulnerado por el zinganillo intrusivo del partido de ayer, la faringe desgarrada por la tos impenitente, el vértigo insidioso que provoca delirios, la muela cavernosa que hunde su ponzoña en el pozo de la boca...
Todos los males humanos hallan su remedio y sanación con la fórmula mágica del Amor.
Pero ay!
Nos queda la más persistente e insidiosa de todas las dolencias, la más notable y contagiosa en nuestra comunidad de gentiles. Es la ansiedad que padecen los corazones, la depresión de sus ánimos.
Los gentiles no viven el presente. No quieren vivir el presente, están enganchados al resentimiento, sujetos a mil apegos engañosos.
Nos queda la más persistente e insidiosa de todas las dolencias, la más notable y contagiosa en nuestra comunidad de gentiles. Es la ansiedad que padecen los corazones, la depresión de sus ánimos.
Los gentiles no viven el presente. No quieren vivir el presente, están enganchados al resentimiento, sujetos a mil apegos engañosos.
Para esto no vale el atrevido celador del centro de salud LSD*
Les derivo a la consulta privada.
MARTES Y VIERNES, de 18 a 22 horas (invierno)
* LSD es el acrónimo germánico de LysergSäure-Diethylamid. La dietilamida de ácido lisérgico. El potente psicotrópico fue popularizado por la contracultura de los años 60. Una canción de los Beatles de aquella época, Lucy in the Sky with Diamonds alude de forma críptica a esta droga, lo cual acrecentó su fama. En ella se describe palmariamente la alucinación. El discodélico al que pertenece dicha canción es Sgt. Pepper's (1967) fue embutida claramente con lisérgico.
Les derivo a la consulta privada.
MARTES Y VIERNES, de 18 a 22 horas (invierno)
LSD* The Beatles |