Hoy a Matas, Jaume, le han jodido y tiene delito la cosa pues no es más que una de las 20 piezas en las que está segregado el caso de Palma Arena, en Mallorca, que estaba presupuestado para X y quedó en 4X, por decir algo, y así todos a robar, del dinero público, claro. Sin embargo, esta pieza en la que se enjuiciaba lo del periodista laudatorio de cámara parecía la más venial de todas ellas, aunque si bastante venal.
Así que lo que le queda al réprobo (aunque serán ímprobos los esfuerzos de su abogado por sacarle del arenal) será un verdadero Vía Crucis que servirá al mismo tiempo de espejito mágico en el cual podrán mirarse los demás, muchos otros, que fueron elegidos para servir y se sirvieron.
Espejito, espejito mágico
¿quién es la más guapa, blancanieves o yo?
Así que lo que le queda al réprobo (aunque serán ímprobos los esfuerzos de su abogado por sacarle del arenal) será un verdadero Vía Crucis que servirá al mismo tiempo de espejito mágico en el cual podrán mirarse los demás, muchos otros, que fueron elegidos para servir y se sirvieron.
Espejito, espejito mágico
¿quién es la más guapa, blancanieves o yo?
Después de tanta historia en el que los escándalos ya no nos sorprenden, pues nos llegan día sí y día también, no es de extrañar que junto con la crisis que la ciudadanía padece sea tan clamorosa la desafección contra la clase política. Hoy es difícil encontrar a alguien que no eche pestes a ésta, por tanta tropelía y tanto abuso como vienen repitiendo.
Aunque según cuenta la leyenda bíblica putas, pederastas y demás bujarrones componían mayormente la población de Sodoma, esto no quiere decir que no se pueda encontrar alguna mujer virtuosa en la ciudad. Haberlas debe haberlas y debe ser una proba de puta madre estando el patio tomado y rodeado por el vicio y las malas costumbres. Ciertamente, no sé cómo esta virtuosa podría soportarlo, no digo ya evitar caer en la tentación (¡mas líbranos del mal!!), sino a más de eso permanecer ahí, contemplando tanta depravación y pillaje sin freno. Y seguir callando.
Ante esta realidad difícilmente cuestionable, sólo un punto de vista sectario o partidista es capaz de defender lo indefendible, cuando la improbidad afecta a los suyos y al mismo tiempo, con increíble desparpajo, levantar soflamas para lacerar al contrincante que para ellos éste es el más vil de los viles, por similares casos que éstos y aquellos sean. Nadie está libre de pecado y el que más o el menos porta ya una buena viga en el ojo, una viga esclerotizada.
Vista tal ceguera selectiva que padecemos -la puede ver cualquiera que se ponga a observar o escuchar en un café de cualquier sitio de España cundo se habla de política- ante los casos de corrupción; al final, digo, tendremos que admitir que estas cosas pasan o pueden pasar en cualquier casa, sin distinción de clase ni condición. ¿Por qué?
Por una sencilla razón, porque la única condición para que esto ocurra es precisamente la condición humana.