domingo, 6 de mayo de 2012

Churí, churí, república de Nabalsaz

Panorámica de Nabalsaz desde el alto del hayedo bajero (a la izquierda) y la peña Isasa, al fondo
Nuestras primeras experiencias autogestionarias, si bien limitadas, discurrieron por Nabalsaz.
Esta población quedó deshabitada aprincipios de los 70, creo. A principios de los 80 ya empezamos a abrevar por aquí, malamente se podía llegar en coche, pues la pista estaba en muy mal estado. Veníamos andando desde Enciso, donde nos dejaba el autobús que íba para Soria.
Aprovechábamos la casa cerrada de los parientes de César, éramos los reyes del mambo en el pueblo deshabitadao. Jugábamos a pelota, haciamos fuego en la plaza del pueblo por las noches, íbamos a por agua o a por leña, cantábamos, hacíamos el rancho y marchas por los alrededores, incluídos otros pueblos deshabitados. Por la mañana venía el tío Vale a despertarnos con las ovejas a la plaza del pueblo... 
También coincidió con el nacimiento de nuestra tierna conciencia política. El local del ayunatamiento fue rebautizado como "Casa del Pueblo" y así se dejó escrito en su fachada durante muchos años. Un pueblo sin pueblo, toda una paradoja. La cancioncilla, de autor por mí desconocido aunque sospechado, era esta, al menos el estribillo que recuerdo, también su música con cierto aire de zortziko:

Churí, churí,
República de Nabalsaz,
Venid, venid,
la fábrica os va a matar

Casí 30 años más tarde, la fábrica ha abandonado a los que emigraron para trabajar en ellas en Arnedo, Logroño o Calahorra. Conté por encima más de 20 antenas parábólicas en los tejados del pueblo al que se llega ahora por una carretaera asfaltada, convertido ya en una barriada rural de segundas residencias. De los pocos que aquí se han quedado fijos, ya lleva más de 25 años, está Antonio el artista, uno de los hermanos mayores de César, neorrural de primera hora. En las antiguas escuelas de Nabalsaz está su estudio, lindero con su casa: nos mostró alguna de sus últimas creacciones.

 

 














Una de las excursiones clásicas del grupo era ir al hayedo de Poyales, un lugar encantado. En junio, cuando ya nos habían dado las vacaciones en el instituto regresaban también a los pastizales de las cumbres las ovejas que habían pasado el invierno en el valle del Ebro, las que hacían la trasterminancia sin salir de La Rioja. En cambio, las del vecino pueblo de Valdemoro, hacían un recorrido bastante más largo junto con los demás rebaños de la Tierra de San Pedro de Manrique, que como todo el mundo sabe tiene 25 aldeas, casí todas despobladas. Estas, miles de ovejas, se juntaban en Oncala, cabeza de la partida, para ir hasta Extremadura recorriendo toda Castilla por la Cañada Soriana Occidental. En la iglesia de este pueblo se conservan forrando sus paredes unos tapices de la escuela holandesa de Durero. Ya sabemos donde íba parar la lana de las ovejas sorianas.

4 de mayo 2012. en la muga con Valdemoro, Soria