Rousseau. El contrato social |
Los fundamentos políticos del sistema, el original contrato social pactado entre gobernantes y gobernados, como la cuba del buen vino, se fue rellenando con agua, y la viña del señor, que tanto costó labrar y ganar al monte fue devastada por los jabalíes oportunistas.
El señor se echó a la bartola y el bodeguero nos timó.
El señor se echó a la bartola y el bodeguero nos timó.
Si el principio que inspira la creación del órgano de participación ciudadana (en adelante X) es la democracia directa, presumo que el ámbito local es el único en el que se puede llevar a cabo, el único confiable.Y de aquí para arriba. Lo demás es democracia simulada.
No discutiré el legítimo papel de los gobernantes locales, paradigma de la democracia representativa, pero para que X funcione ha de haber un cambio radical en el estilo de gobernanza. La cuestión es ¿Realmente nos representan?
Un participante de X habló de la exigencia en el cumplimiento de la responsabilidad política.Y la pregunta es ¿Cumplen esta responsabilidad política?
Otro, de los históricos compromisos incumplidos en materia de participación ciudadana en la república local. Y la pregunta es, puesto que no la cumplen ¿qué legitimidad les ampara? Gobernar por mandato popular no es robarle al pueblo lo que éste le ha dado.
Pero continuemos. La apelación que los gobernantes hacen ahora ¿es sincera y es virtuosa?
No parece -digo, cuando coinciden con los malos tiempos- una casualidad, acaso es una necesidad, un gesto oportunista.
En los buenos tiempos estos representantes iban sobraos y ufanos, asentados en la estratosfera celestial, no paraban de sacar conejos de la chistera. Mientras tanto, el ciudadano terrenal -embarrado, embotado, embobado-, contemplaba ajeno el político discurrir; les dejaba hacer -nihil obstat- anclado en el cómodo fondo del individualismo, desafecto con lo público, reducido a una minoría de edad permanente.
¡Que se sacrifiquen por nosotros! ¡que nos lleven en volandas!
Pero continuemos. La apelación que los gobernantes hacen ahora ¿es sincera y es virtuosa?
No parece -digo, cuando coinciden con los malos tiempos- una casualidad, acaso es una necesidad, un gesto oportunista.
En los buenos tiempos estos representantes iban sobraos y ufanos, asentados en la estratosfera celestial, no paraban de sacar conejos de la chistera. Mientras tanto, el ciudadano terrenal -embarrado, embotado, embobado-, contemplaba ajeno el político discurrir; les dejaba hacer -nihil obstat- anclado en el cómodo fondo del individualismo, desafecto con lo público, reducido a una minoría de edad permanente.
¡Que se sacrifiquen por nosotros! ¡que nos lleven en volandas!
Las élites gobernantes se convirtieron en un monopolio sectario, no tuvieron reparo en hurtar al ciudadano lo más básico, que es su dignidad, pervirtieron la democracia. Ellos son los listos, nosotros los tontos, la legión de incapaces. Huyen del escrutinio público como de la peste, porque entonces se vería la mentira y el engaño permanente, que viene a ser norma y no excepción. Se guardan complacidos para sí, TODO, porque así son insustituibles y así se sienten, así funcionan entre el conchaveo y el barro paternalista.
Por favor, ¡que no se sacrifiquen más por nosotros!
Y la cuestión es ¿cómo se desmonta todo eso, sin una ciudadanía consciente y responsable?, que se ha dejado convertir en una masa lábil y manipulable. Se indigna a sí misma la base local traspasada por la red clientelar superior, pero siempre se podría decir aquello de "Dáme pan, llámame necio". El gobernante gozaba de la aquiescencia de la ciudadanía local. El gobernado, cómplice, es por tanto corresponsable de la degradación de la vida política.
A. Gramsci |
¡No nos deslumbremos por nuestro presunto virtuosismo!. El virtuoso de ayer se convertirá en "el capo" mañana. Aquel viejo estilo de gobernanza, creemos que caerá sólo y aunque parece que ya no se sostiene por sí solo, se autoclona con grandísima habilidad, no suelta su presa. ¿Pero cuando falte el pan, seguirás llamándome tonto?
Queremos creer que agotado notablemente (como reflejan las encuestas) el capital de credibilidad de los políticos que nos gobiernan, entonces, sólo entonces, se enfrentará la ciudadanía a la verdad de su destino. Dejará de ser infante, para convertirse en un ser maduro, exigente y responsable.
Y pondré aquí una cita al pelo de Gramsci:
"Frente al pesimismo del pensamiento, el optimismo de la voluntad"..
Pero dejemos el pasado y vayamos a lo que X nos ha traído. Si se quiere proteger el bien común y las garantías del bienestar público habrá que volver a labrar la viña y abstenerse de bautizar al vino. Los malos tiempos son también tiempos nuevos y habrá que refundar el contrato, con nuevas claúsulas y cartas sin marcar.
Frente a la iniquidad y la injusticia, entusiasmo moral para desafiar a los depredadores de todo signo, sean los representantes del malgobierno, sean los de las finanzas mercantiles, sean los de los medios de comunicación de masas.
Y, para que si es posible, nos devuelvan la dignidad robada; porque si no, la tomaremos.
Yes, oui, ne, sí!
ResponderEliminarDa!
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