viernes, 28 de octubre de 2011

Fosas muy comunes



La vergüenza


Este es un asunto demasiado doloroso para mí.

En aquel, en ese claro de las encinas con doce personas, no salen los Boletus, Amanitas o Russulas que brotan en otros del mismo monte, sino setas negras no comestibles que enseguida pudren y que yo, tan amigo de estos detalles,  nunca he querido saber de qué raza son. Salen en más lugares, no es cuestión de metafísica o brujería.
Hace unos cuantos años que las familias de Valderas sacaron los restos, antes de todo este forfogón de la Memoria Histórica.

El claro es circular, de unos siete metros de diámetro, con una entrada cómoda. Un espacio de unos 8 metos cuadrados en el centro estaba siempre agrietado y hundido, y en la superficie se podían ver algunos huesecillos, problablemente de las falanges de manos y pies.
Después de sacar los restos el terreno de ese lugar sigue hundido y salen las mismas setas.

Aquellas familias sabían dónde estaban enterrados sus parientes, pero muchas, como la mía, no lo saben todavía.
Yo no soy creyente y dejaría descansar a mi abuelo Ramiro donde estuviera, aunque si mi madre quisiera enterrarlo en un cementerio yo la apoyaría totalmente..., si lo encontráramos, y se lo permitieran. ¿Quién le negaría ese derecho?
Sé que la mayoría de las familias sólo quisieran recuperar los restos para enterrarlos como a personas y no como a perros, y a otras muchas les bastaría con saber dónde están.  Todas sabemos que la justicia es una quimera, aunque las víctimas merecerían, cuando menos, que se sepa la verdad ya que la justicia no es posible.

El interés revanchista, tan imposible de que se dé como la justicia, es nada comparado con el cainismo y la mala conciencia de quienes, de una u otra manera, se sienten culpables y quieren echar más tierra encima, con frases bien gráficas, "no revolvamos más la mierda". Y ellos lo saben, el nivel de cinismo es increíble, hasta en izquierdosos.

Como en la chimenea del picón, tapar, que salga humo pero que no se vea fuego.

Con mentiras y cobardía no se construye nada grande. Y la historia que contemos a nuestros hijos será una mierda, porque nosotros somos una mierda.

Salud y calor.

Ramiro.

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