La ilusión rabiosamente persistente
Una tarde en el paseo me encontré una corza en El Espinar.
Regresaba por la vaguada y quedó parada como estatua de sal.
Nos miramos a los ojos un instante interminable…
Al cabo crujió una rama, marchó brincando y la seguí hasta que se perdió
de vista.
Pensé en la parábola de la corza herida
y decidí seguir mi camino sin mirar atrás.
(El Espinar, 19 de setiembre de
2007)
¡Mal hecho!...
ResponderEliminarVuélvete paloma
que el ciervo vulnerado
por el otero asoma
al aire de tu vuelo
y fresco toma...
Yasu!
Muy atinado y muy oportuno, monje!!
EliminarS´agapo.
Yasu stin Pasja!
talmente con Ps
Eliminarjasgerrrrfrusteng jasptja !!
( uiss... no lo pude evitar)
pk