sábado, 19 de marzo de 2016

A veces si se piedren los mensajes de piedra II

A veces si se pierden los mensajes de piedra.
Cuando Moisés subió a las alturas del Sinaí a recoger la verdad revelada a la bajada se trajo como si fuera una hogaza debajo del brazo las tablas de la ley, que eran de piedra.
¡¡Un código decálogo esculpido en roca sinaíta por el propio dedo de Yavéh!!
No contento con la hazaña, comprobó cómo su pueblo zascandil le había dado la espalda y olvidado el propósito divino al que estaban consagrados.
Esta grey desobediente, insumisa y poco paciente no supo esperar cuarenta días de rigor y se entregaron a la farra terrenal, presidida por un cachondo becerro de oro y en abierto concubinato.
Moisés se enfadó mucho mucho después de haber cargado con la pétrea hogaza, sus barbas encanecieron, y se puso a despotricar hasta que rompió las tablas.
¿Qué es lo que vemos aquí? ¿cuál es la enseñanza?
Los pueblos traicionan a los líderes carismáticos, emerge el grito epicúreo frente a la amenaza de la lex, exaltación de la liberación humana frente a la tiranía divina o, directamente, carnaval antes de cuaresma, sabedores del perdón divino.
Unos años más tarde aparece Marx, al que nadie se le escapa su apariencia mosaica y similares inquietudes mesiánicas para con el pueblo. También consigue fraguar un corpus revelador que se le atasca en Bizancio.
La naturaleza humana se impone, no es fácil de domeñar. Menudo hallazgo!

No hay comentarios:

Publicar un comentario