(...) Los caballos no se distinguían en nada de los hombres. Morían por culpa del Norte, por el extenuante trabajo, la mala comida, por los golpes, y aunque todo ello se les aplicara con mil veces menos dureza que a los hombres, de todos modos morirían antes que ellos. Y en tonces comprendí lo más importante: que el hombre se hizo hombre no porque fuera una criatura divina o porque estuviera dotado de un fantástico dedo pulgar en cada mano. No, sino porque era físicamente más fuerte, más resistente que el resto de los animales, y más tarde, porque había sabido poner sus principios espirituales al servicio de su ser físico (...)
Hola, Lu. Dedicamos una página en la última Psilicosis a los Relatos de Kolymá, a través de un texto de Jesús Aller Manrique, de su libro "Recuerda". "El glaciar humano", se titulaba, ilustrado por Ailantd. Estremecedor, no sólo por el frío helador.
ResponderEliminarSalud.
Es una casualidad, no?
EliminarEn la revista, no en el blog. Jesús la subió a su página, que tenemos entre nuestros favoritos, ahí lo vi la última vez que entré, con la ilustración de Ailantd.
EliminarBesos.
Anáfora enclenque de relatos asténicos. La única libertad es la ética; la verdadera fuerza se encarna en la valentía de sentimientos y hechos. Las ideas, por muy "espirituales" que sean, no son más que sombras ensombrecidas por su narcisismo amoral. Pobrecitos kolimanes...
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