Nunca dejamos de participar en la liturgia de las élites d/extructivas, sean del Barça o del Real Madrid. Los continuos escándalos ya nos dejan indiferentes: por su naturalidad. Que meta Messi otro gol de falta directa es absolutamente normal, aunque sea Oblak el cancerbero. De la alarma social de inicio se pasa con facilidad pasmosa a la costumbre: la costumbre del gol.
Si no somos obispos, arzobispos o deánes seremos pues palmeros, mamporreros, o simples feligreses de sumisa comunión... romeros del camino que nos trazan. Creo que debemos dedicar algún tiempo a pensar si acaso "ellos" no somos también, en gran parte, "nosotros" Porque creo que sin nosotros no hay ellos... Sin base de sustentación no hay altura que aguante y los rascacielos capitalistas, como la torre del zigurat, buscan la verticalidad: el cielo.
¿De dónde han salido todos ellos, sino del mismo vientre materno, del mismo vientre que nosotros? Aquel que nos choricea, de Villavieja de Yeltes, dueño hoy de las "chispas" iba conmigo a clase y no era de los mas listos: si de los mas babosos. Hoy nos toma por gilipollas y lo hace con la mayor naturalidad.
Estoy hablando
de la responsabilidad individual de los ciudadanos, uno a uno, y de la responsabilidad de todos, en conjunto, que somos a la
postre, como cuerpo social, los justos merecedores de los políticos y oligarcas (como dice el humorista Cansado) que
padecemos y alimentamos con nuestro borreguismo.
La ética individualista del capitalismo, encumbrada con el alzamiento neoliberal, nos ha infringido el mayor daño de todos los daños posibles. Mas allá del daño evidente y obsceno al bien común de todas las corrupciones habidas y las que quedan por venir, está el daño de esa ética que penetró en nuestras limitadas conciencias y abrasó con aplausos y regocijo en la psicología social del pueblo. Daño jaleado como éxito por todos los medios de todos los equipos de futbol y sus religiones respectivas.
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Hasta convertir el cuerpo social "nosotros" en una cosa blanda y moldeable, mas bien gas evanescente.
Hasta convertir el cuerpo social "nosotros" en una cosa blanda y moldeable, mas bien gas evanescente.
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