Shalámov representa lo más digno de la condición humana ante los abusos del poder demente en el siglo XX. Pero el poder demente no tiene fin, como pueden ustedes comprobar 18 años después ahora. Leí los Relatos de Kolimá y pocas cosas me han impresionado tanto, se me helaban los huesos, se me fundía el alma, después soñaba con estufas. Creo que superaba a Primo Leví en las descripciones del dolor de esa condición humana mancillada: Si esto es un hombre, como pudimos ver en la Shoá expuesta ahora en Madrid (Auschwitz, Canal de Isabel II) es mejor no ser hombre.
Morirá en enero de 1982, en un centro para enfermos psiquiátricos
crónicos. Quizá recitando para sí alguno de sus versos:
«Comí como un animal,gruñendo por la comida(...)Bebía como una bestia,lamiendo el agua,humedeciéndome los largos mostachos,midiendo la vida no por meses ni años,sino por horas.
Y cada anochecer,sorprendido de estar vivo aún,repetí versoscomo si escuchara tu voz.
Para mas información este enlace de Letras Libres de 2001 sobre Shalámov y el Gulag firmado por Alexandr Solyenitsin, in extenso a otros autores rusos contemporáneos. Merece la pena, o merece el placer:Y los susurraba como oraciones.Y los veneraba como el agua de la vida,como un icono salvado en una batalla,como una estrella guiadora(...)»
Si hemos entrado en una período gobernado por necios e idiotas, y esto se repite de un continente a otro, bien tendríamos que guardarnos de que no vuelvan a pisotearnos nuestra dignidad de seres humanos. Escibo esto, pero nunca se ha dejado de atentar contra ella. Difícil o imposible parece lo contrario.
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