martes, 15 de mayo de 2018

Así no popdemos seguir IX. Eurovisión jerosolimitana


Me atreví a pronosticar que Israel ganaría la Eurovisión: hubiera ganado la porra que no aposté. La victoria de Israel estaba cantada antes de cantar esa joven israelí que como soldado había participado con el ejercito colonial de su país masacrando a niños gazatíes unos años antes ¿Acaso ya se le olvidó?

Eurovisión "jerosomilitana"
Acerté, claro, porque yo no hablaba de la vulgar Eurovisión en su lectura musical, sino del reflejo que ese certamen ofrece al mundo, que es en realidad una cosmovisión palurda de la política, una cosmovisión completa de la política internacional en estado puro. 
Unos días antes del certamen en el que participó incluso Australia ¡a santo de qué, me preguntó, encontrándose en las antípodas de Europa! tuvimos como golpe de efecto inigualable al presidente americano Trump denunciando el acuerdo nuclear con Irán, mucho más cerca que la excolonia británica. 
A pesar de mis limitados conocimientos de la oferta musical en liza (tan solo conocía la canción de la representación española, al parecer decente, ya que  quedó la 23 de 26) supuse entonces que las bazas de Israel en la Eurovisión se disparaban. 

Sonó la flauta, mira por dónde, no por emular al clásico pitoniso José Luis Uribarri, nuestro experto musical ya fallecido, sino porque la chica judía según pude leer "cacareaba" muy bien y parecía realmente una bomba melódica del aparato de propaganda sionista. Así es cómo Israel con el sabor a victoria reciente frente a toda Europa pudo inaugurar tranquilamente la Embajada americana en Jerusalem, felicitándose mutuamente israelíes y norteamericanos e ignorando al tiempo los más de 40 muertos palestinos provocados a día de hoy en la frontera de Gaza. Que parece no le dulen a nadie. 

¡Pobre Palestina: conmemorando su 70 aniversario de la Nakba, el desastre de la ocupación militar, enterrando nuevamente a sus muertos sin importancia! Palestina no espera que le inviten a evento musical alguno pero a Israel mientras tanto le bendice la Eurovisión desde hace al menos 40 años.
Qué tiempos aquellos de "Ah-Bah-Nee-Bee-Oh-Bee" cuando ganó en 1978. Y no contentos con poco, aún volvieron a ganar el año siguiente con "Hallelujah". Son insaciables.
Qué gracia cuando veíamos inocentes a esos chicos simpáticos y socialistas que parecía que se habían escapado de algún kibutz la noche anterior.

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